Cuando tenía 5 años y me preguntaban eso, respondía doctora, compositora, espía internacional, dueña de una empresa (de qué quién sabe?), arquitecta, pintora, diseñadora, cantante de ópera …

Para cada profesión tenía toda una explicación y podía diseñar mi vida entera. Me encantan los niños, se imaginan una vida cada segundo, una más interesante que la otra cero les importa la factibilidad de lo que están soñando, lo importante es imaginar soñar.

Después de iniciar mi carrera en seguros uno de mis sueños era crear un espacio en el que las mujeres pudiesen intercambiar experiencias y aprender unas de otras, así como alrededor de la mesa se intercambian recetas, igual pero para hablar de negocios. Y en una de las pláticas con mis amigas de la industria, fue que dimos los primeros pasos para fundar MUISA. Se lo platicamos a más amigas y les encantó la idea. Lo mejor, ellas tenían más ideas y fuimos corriendo la voz.

Todas centradas en crear un mundo más justo y más equitativo, que considere las experiencias de todos para que las futuras generaciones puedan nutrirse de ellas.

Las conversaciones siempre positivas, buscando construir y colaborar.

Al año y medio, contra viento, marea y adelantándonos a la pandemia, lanzamos MUISA al mercado. A los pocos meses logramos la incorporación formal como AC, prueba de la resiliencia de las mujeres en México, que no dejamos que nuestros sueños se ahoguen con una mascarilla.

Espero que algún día, cuando a una niña le pregunten qué quiere ser cuando sea grande, entre sus opciones diga «aseguradora / actuaria / ingeniera de riesgos / ajustadora / suscriptora».

¿No sería genial?